Los cuentos de Bernardo Kordon
“ En realidad, lo único que me interesa es la calle y los hechos. En resumen, la vida. Lo demás, son suposiciones, comentarios, teorías. Es decir, trivialidad, hipocresía, vanidad. La calle me reveló el mundo de la poesía y la aventura.” (Bernardo Kordon).
Bernardo Kordon (1915 Bs.As.-2002 Chile) fue narrador y ensayista argentino, así como un viajero incansable que recorrió buena parte de América, Europa y Asia, dejando testimonio de sus andanzas en textos como El teatro chino tradicional y Seiscientos millones y uno (1958), relativo a recorridos por la China posrevolucionaria en tiempos de Mao Zedong. En 1969 debió exiliarse una temporada en Chile por motivos políticos. Varias de sus narraciones fueron llevadas al cine.
En la línea de la narrativa post-Arlt, sus relatos se inscriben en el realismo y el costumbrismo donde se experimenta desde la literatura con la observación de la vida marginal, los pobres y los desclasados, los ambientes suburbanos y el mundo de la picaresca ciudadana.
Entre sus títulos cuentan Un Horizonte de cemento (1940), La reina del Plata, Domingo en el río (1967), Vencedores y vencidos (1965), Toribio Torres alias Gardelito (1961), Vagabundo en Tombuctú (1956), La Vuelta de Rocha, 1968, Bairestop (1975).
La constante de los relatos de Kordon es la fragmentación tanto en el tiempo como en el espacio; el punto central es el momento fugaz del encuentro entre dos o más desconocidos que el azar ha reunido entrecruzando sus destinos en un lugar circunstancial, que puede ser un café, un tren, un prostíbulo, la calle, etc.
El azar del encuentro y el desconocimiento de quienes se conectan envuelve la situación con cierta peligrosidad, que, a veces, puede conducir a la muerte. Lo característico del encuentro es la fugacidad, la carencia de porvenir, los personajes se pierden de vista y no vuelven a verse nunca.
Se considera a Kordon el narrador por excelencia de la ciudad de Buenos Aires. Esto no tiene nada de casual, ya que el sistema del encuentro fortuito, no puede tener otro escenario que el tumulto de una gran ciudad. En una ciudad de provincia las relaciones son demasiados inmediatas, cara a cara, como para permitir la aventura del encuentro. Sólo en el centro de la gran ciudad puede preoducirse la situación propicia para el encuentro, ese frenesí de las calles multitudinarias: amontonamientos, el vértigo del peligro. La ciudad es la más extraordinaria fuente de múltiples ficciones, la mejor fábrica de personajes y argumentos, no sólo el lugar donde se ambientan las historias.
Ahora bien ¿Cuáles son los personajes que más frecuentemente se agitan en las grandes ciudades? No es por cierto la honesta clase media o las clases altas; éstas se mueven en un mundo hermético de casa cerradas, de lugares íntimos y exclusivos. Los hombres que recorren la ciudad son con mayor frecuencia los marginados. Por eso, los personajes preferidos de Kordon son vagabundos, mendigos, prostitutas, ladrones, estafadores, vividores, seres cuya vida es un fragmento sin pasado ni futuro, sin relaciones estables, ni lugar fijo donde vivir. Son estos “paseantes” quienes están más abiertos a las aventuras a establecer encuentros con extraños en la calle. A menudo muchos personajes hablan positivamente de la “vida callejera” identificándola con la libertad, el juego, la aventura. En este sentido, muchos personajes son “Viajeros” no sólo entre ciudades, sino de las calles mismas de una ciudad. Sus personajes son antihéroes sin valores absolutos, sino precarios, acomodaticios. Sus principales armas son la astucia y el engaño, fruto de un instinto de ante la dureza y la violencia del medio en que se mueven.
Fuentes:
-- Juan José Sebreli: “Los relatos de Bernardo Kordon” en Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades (1950-1997)
--Jorge Rivera, “Estudio preliminar” en El misterioso cocinero volador y otros relatos. BsAs. 1982.
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